Actualizado el 13 jun. 2011
Registros del noticiero
Actualidad Panamericana sobre el plebiscito convocado el 1 de diciembre de 1957
por medio del cual se avalaba el pacto bipartidista conocido como "Frente
Nacional". A través de ese pacto, las corporaciones públicas serían
repartidas de forma equitativa entre los partidos Liberal y Conservador.
También fue la primera vez
que las mujeres en Colombia ejercieron el derecho al voto, en cumplimiento del
Acto Legislativo No. 3 de 1954.
Se aprecian en la ciudad de
Bogotá, espacios como el Palacio de San Francisco, el Colegio de La Salle en
Chapinero y el Templete de Bolívar, entonces ubicado en el cruce de la Carrera
Décima con Calle 26.
En la mañana del 10 de mayo
de 1957 los colombianos, después de varias noches de inquietud y desvelo, de
días de choques callejeros entre estudiantes y soldados o entre elegantes
señoras bogotanas y agentes policiales, y de meses de sombría zozobra, se
despertaron para oír por radio al general Gustavo Rojas Pinilla, Presidente de
la República desde el golpe militar de 1953, anunciando su decisión de
retirarse del gobierno. En las principales ciudades del país inmensos grupos de
entusiastas ciudadanos salieron a las calles a expresar su ruidosa satisfacción
con la caída de la dictadura. En algunas partes la celebración se convirtió en
venganza y varios miembros de los servicios secretos del gobierno murieron
víctimas de la furia popular.
Al general Gustavo Rojas
Pinilla, y al término de su lánguido mandato, la nación colombiana le agradeció
--para bien suyo y de sus compatriotas--, el abandono del poder en términos
racionales y sensatos. En consecuencia, entregó los trastos del poder sin
aspavientos y se marchó sin estrépito. Dejó, en su lugar, una Junta Militar de
Gobierno con el fin de evitar nuevos y peores conflictos a la nación. Fue una
retirada honrosa, consciente y oportuna. Le había quedado grande la grandeza.
Plebiscito, Frente Nacional y
guerra antiinsurgente En 1957 Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez firmaron
en nombre de sus partidos, un pacto para volver a gobernar el país, pero por
turnos: alternación solo entre presidentes liberales y conservadores durante
dieciséis años. La paridad se estableció obligatoria en todos los poderes públicos.
Ningún otro partido tenía derecho a postular candidatos a la Presidencia, a los
concejos municipales, asambleas departamentales y al Congreso de la República.
Dicho acuerdo comenzó a regir en 1958, previamente aprobado por el pueblo en un
plebiscito en el que le gente votaba Sí o No por un texto indivisible. En cada
Administración se repartían los ministerios y demás puestos oficiales entre
políticos de ambos partidos “milimétricamente”. O sea, por igual, que ninguno tuviera
más poder que el otro. Al sistema le pusieron el nombre de Frente Nacional. http://www.youtube.com/watch?v=l1v4jztAPhA
La Junta Militar que reemplazó
al Teniente General Rojas Pinilla el 10 de mayo de 1957, formó un gobierno de
coalición militar con los representantes del directorio liberal y de los
conservadores, con el compromiso de retornar a la normalidad constitucional. La
dictadura había suspendido la Constitución y pretendió imponer un proceso
constituyente que no logró su cometido de instituir un nuevo orden. Por ello el
decreto legislativo 0247 mediante el cual se convocó al plebiscito “el primer domingo
del mes de diciembre de 1957” lo primero que hizo fue sellar la unidad de la
nación proclamándola católica, apostólica y romana y lo segundo restablecer la
vigencia de la Constitución de 1886 y sus reformas hasta 1947. Los liberales
reafirman la fe y los conservadores aceptan poner a un lado las reformas
constitucionales de las dictaduras entre 1948 y 1958.
Con el Plebiscito de 1957,
aprobado por el 95% de los sufragios, se reafirmó el derecho al voto de las mujeres,
tal como lo había instituido la Constituyente de Rojas en 1954 y se le dio
fuerza constituyente al pacto bipartidista de paz. También a las cortes se les
aplicó la paridad bipartidista y se les otorgó la facultad de llenar las
vacantes por votación interna.
En las elecciones de 1958 fue
elegido Alberto Lleras Camargo como el primer presidente del Frente Nacional.
TEXTO DEL PLEBISCITO DE 1958 ver
www.centromeoria.gov.co/procesosiniciativaspaz
Amnistías condicionadas:
“Durante el gobierno de
Alberto Lleras Camargo se dictó el decreto ley Nº 328 del 28 de noviembre de 1958,
mediante el cual se buscó facilitar la solución a la lucha armada, en particular
en los departamentos donde subsistían problemas de "orden público" y
se encontraban en Estado de sitio, como Caldas, Cauca, Huila, Tolima y Valle
del Cauca. En este caso, se trató de semiamnistías y semiindultos, por las
condiciones impuestas a los posibles favorecidos.
Las semiamnistías se
concedieron en los siguientes términos: a las personas que hubieren cometido delitos
en los departamentos aludidos con anterioridad al 15 de octubre de 1958,
quienes debían solicitar al gobierno la suspensión del ejercicio de la acción
penal y se obligaban a reincorporarse a la vida civil ordinaria, someterse a la
Constitución y a las leyes de la República, observar buena conducta bajo la
vigilancia de las autoridades y abstenerse de todo acto que pueda perturbar el
orden público o la tranquilidad social”. Ver Eduardo Umaña Luna, 1964, La
Violencia en Colombia Tomo I. Tomado de http://www.derechos.org/nizkor/colombia/libros/dih/cap5.html
ANTECEDENTES: DICTADURAS,
GUERRILLAS Y CRISIS EN LAS ALTURAS
El plebiscito de 1957 fue un
pacto de paz después de una década de violencia generalizada, dictaduras, genocidios,
levantamientos guerrilleros y guerra civil. El gobierno militar impuesto el 13
de junio de 1953 por las direcciones de los partidos liberales y del sector ospinista
del conservatismo, después de un año de luna de miel, fue cobrando autonomía de
las direcciones tradicionales de esas colectividades. La Asamblea Nacional
Constituyente, ANAC, conformada en 1952 bajo hegemonía conservadora, abandonó
la tarea de elaborar una nueva constitución corporativista y consagró al T.
General Rojas Pinilla como Presidente de la República para el periodo 13 de
junio de 1953 a 7 de agosto 1956.
Pero Rojas, en lugar de
preparar la transición para el retorno de los que Gaitán llamó la “oligarquía liberal
– conservadora”, se propuso mantenerse en el poder sin nuevas elecciones “hasta
que termine la lucha fratricida” y formar su propio proyecto. Para ese cometido
convirtió a la ANAC en su reemplazo del Congreso de la República, se prolongó
el periodo hasta 1958 y promovió varias reformas que no estaban en la agenda
del bipartidismo: voto para la mujer, tributos a las fortunas mayores y a los
industriales. Asumiendo un discurso nacionalista católico se acercó al
populismo que estaba en ascenso en Latinoamérica con Perón en la Argentina y Getulio
Vargas en el Brasil. El Movimiento de Acción Popular que proclamó Rojas Pinilla
fue respondido con creciente oposición desde el partido liberal antes de que el
nuevo régimen hubiera realizado reformas de fondo.
La dictadura se desplegó con
la ofensiva militar, apoyada por los “pájaros” y “contrachusma” en los campos,
y con la imposición de restricciones y represión en los centros urbanos. La
oposición liberal y del laureanismo fue respondida con la persecución a sus
jefes y el cierre de la prensa. Fueron clausurados El Tiempo, El Espectador, El
Siglo y La República. En esas circunstancias se formó el Frente Cívico,
encabezado por Alberto Lleras Camargo, Presidente del Directorio Nacional
Liberal,
Guillermo León Valencia por el
conservatismo y finalmente contaron con el apoyo de Laureano Gómez y sus
seguidores. Cuando el T. General, autoproclamado General Supremo de las Fuerzas
Armadas, intento otra reelección, la huelga general marcó el momento cumbre del
levantamiento cívico contra Rojas.
El Pacto firmado en Sitges,
donde se encontraba exiliado Laureano, sello el acuerdo bipartidista que llevó
al Frente Nacional. Ya en junio de 1956 se habían reunido en Benidorm, España,
los expresidentes Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo para pactar la
“recuperación cívica de la Patria”, y “recuperar la libertad perdida”, en
contra del régimen que denominaron autocrático y personalista. El objetivo
señalado fue “crear un gobierno o una sucesión de gobiernos de coalición amplia
de los dos partidos, hasta tanto que recreadas las instituciones y afianzadas
por el decidido respaldo de los ciudadanos, tengan fortaleza bastante para que
la lucha cívica se ejercite sin temor a los golpes de Estado… ”. Con el Pacto
de Sitges, los directorios de los partidos y fracciones tradicionales enfrentadas
con armas desde 1944, asumieron que el problema a resolver para retomar el
poder era compartir el poder eliminando la competencia por el control del
Estado mediante el reparto paritario; la alternación de periodos presidenciales,
pactada inicialmente por 12 años y luego ampliada a 16 años, acompañada de
gobiernos bipartidistas, se presentó como la garantía de equilibrio y mensaje
para superar la violencia sectaria. Un complemento menos visible del pacto del
Frente Nacional fue la autonomía que se le dio a las Fuerzas Armadas y de
Policía con respecto a los directorios políticos; con esa doctrina y con la
utilización casi permanente del Estado de Sitio y la Ley Marcial, el poder
militar se hizo cargo del orden público y el poder civil bipartidista se ocupó
de la burocracia, la economía y el reparto de la cosa pública.
Así se diseñó una democracia
autoritaria, pactada por la elite de lo que Gaitán denominó la “oligarquía liberal
conservadora”, que respondió al componte sectario de la violencia pero no a sus
fundamentos sociales ni a las aspiraciones políticas y económicas de las clases
medias urbanas, del nuevo asalariado o de los campesinos insubordinados.
El 10 de mayo de 1957 se retiró
el dictador y transitoriamente asumió el poder una Junta Militar que gobernó
hasta agosto de 1958.
CONSECUENCIAS DE LAS AMNISTIAS
DEL FRENTE NACIONAL
Las amnistías e indultos
condicionados que promovió el primer gobierno del Frente Nacional fueron recibidas
con recelo por las guerrillas y en especial por las influenciadas por los
comunistas. No obstante esos temores de incumplimiento la situación cambio en
el país y se disipó el clima de guerra civil y de enfrentamiento sectario
partidista.
El estimativo que hizo la
comisión académica redactora del libro La violencia en Colombia, de 20.000 muertos
por violencia política entre 1958 y 1962, deja interrogantes sobre las
consecuencias inmediatas del inicio de Frente Nacional y la inercia de
enfrentamientos armados entre bandos enfrentados. En todo caso se pasó a otro
régimen, desde la dictadura hacia a semidemocracia y de la confrontación de gobiernos
conservadores y levantamiento liberal a un nuevo eje de polarización en el cual
afloraron los problemas sociales no resueltos y la confrontación al
bipartidismo desde la izquierda liberal y el creciente radicalismo guevarista y
desde movimientos sociales expresados en las organizaciones campesinas,
estudiantiles y sindicales. La década inicio con el giro del Frente Nacional y
el signo de la influencia de la revolución cubana y de la ofensiva de Estados
Unidos con la Alianza para el Progreso para prevenir o contrarrestar la
influencia comunista.
En un primer momento, la
respuesta de las autodefensas campesinas dirigidas por Manuel Marulanda y Ciro Trujillo,
fue de acogida al pacto del Frente Nacional que hacia posible la salida de la
dictadura.
Como recuerda el historiador
Darío Acevedo, estos guerrilleros comunistas manifestaron entonces “no estar
interesados en luchas armadas”, y declararon estar “vinculados a honrosas
labores de trabajo”.
EL ORIGEN DE LA GUERRA DE
GUERRILAS Y DE LA GUERRA
CONTRAINSURGENTE
Después de 1962 es otra
historia. El Frente Nacional con su Estado de Sitio casi permanente y el alineamiento
con la Alianza del Progreso, enfrentó la presión social por las reformas
incumplidas, a la emergencia de la guerrilla guevarista y a los remanentes de autodefensas
campesinas llamadas “repúblicas independientes”.
La crisis de los misiles
nucleares ubicados por la Unión Soviética en Cuba, (octubre de 1962), antecedida
por el fallido desembarco en Bahía Cochinos apoyada por Kennedy en abril de
1961, tuvo grandes repercusiones. La amenaza de una nueva invasión llevó a
Fidel Castro a acercarse a la URSS y a entrar en el juego de áreas protegidas y
bases militares de las grandes pote12ncias. Con ese ánimo defensivo, el
gobierno revolucionario cubano aceptó el emplazamiento de cabezas nucleares a
solo 200 millas de Miami y se desencadenó una crisis que tuvo al mundo al borde
de un enfrentamiento nuclear.
La URSS y EE. UU pactaron el
retiro de las bases sin consultar al gobierno revolucionario. Estados Unidos se
comprometió a no invadir pero inicio el bloqueo y la URSS se obligaron a no
apoyar la guerra contra los intereses de Estados Unidos en el continente
americano fortaleciendo la política de coexistencia pacífica. Como parte tácita
del acuerdo, Estados Unidos retiro las bases nucleares de Turquía y la URSS
continuó la construcción del Muro de Berlín que simbolizó la llamada “guerra
fría”.
Ver Mariano Aguirre, http://www.espanol.rfi.fr/sociedad/20121022-crisis-de-los-misiles-de-cuba-laverdadera-historia-detras-de-la-leyenda
En ese reparto cobró fuerza la
vieja tesis de “América para los americanos” que sustentó una teoría de seguridad
continental de los Estados Unidos orientada a liquidar cualquier brote de
protesta que pudiera ser utilizado por el comunismo. Ni el nacionalismo, ni el
populismo y ni siquiera el liberalismo social, serían tolerados por el riesgo
que les atribuyeron como máscara de la influencia soviética o de China. A la
crisis de los Misiles le siguió la ofensiva de Estados Unidos en el continente
para “evitar otra Cuba”; en ese empeño recurrieron al alineamiento de las
elites y a las dictaduras militares frente a la protesta social o la
instabilidad política.
El guevarismo fue la respuesta
indignada de Cuba con el llamado del Che a formar muchos Vietnam y focos
guerrilleros. Bajo la supervisión directa del Che se formaron en Colombia,
primero las guerrillas del Movimiento Obrero, Estudiantil, Campesino y después
el Ejército de Liberación Nacional. Los comunistas alineados con la URSS fueron
más disciplinados e incluso en Colombia mantuvieron bajo control a las
autodefensas campesinas que solo se transforman en guerrilla de resistencia en
1964, ante el ataque militar de aniquilamiento anunciado con el Plan Lazo y la
Operación Marquetalia. Muestra de esa postura conservadora de los comunistas
colombianos fueron las agrias discusiones entre la delegación del Partido
Comunista (encabezada por Manuel Cepeda) y el Che Guevara, en ocasión de una
cumbre de solidaridad en La Habana: allí fue evidente la oposición de los
colombianos a la estrategia guevarista del “foco” y de guerra de guerrillas
para la toma del poder y la oposición a hacer de Colombia epicentro de la
presencia del legendario guerrillero en su llamado a hacer de los Andes otro
Vietnam.
En noviembre de 2008, Fidel
Castro narró ante el Congreso Latinoamericano de Economistas, la visión que tenía
Cuba sobre la revolución y atribuyó a la influencia soviética el fracaso en los
sesenta de la estrategia guerrillera en el subcontinente. Así lo narró el
periodista Herald Thomas: Tras indicar que algún día se contará toda la
historia, el presidente cubano culpó a la influencia soviética sobre los
partidos comunistas latinoamericanos, y a las disputas sino-soviéticas por el fracaso
de crear un gran Vietnam. “No tengo absolutamente ninguna duda de que una
revolución en este hemisferio era posible, insistió, y continuó: Las condiciones
objetivas existían, pero las condiciones subjetivas fallaron”. El líder
revolucionario agregó ante la nutrida concurrencia de economistas que los
soviéticos estaban preocupados, y se oponían a nosotros. “Lo que hicimos, todos
nuestros esfuerzos, lo hicimos en contradicción con los soviéticos, quienes
tenían una gran influencia sobre los partidos latinoamericanos”. Ver Herald
Thomas, El Clarín, http://www.lahistoriaparalela.com.ar/2008/11/02/la-guerrillaen-america-latina/
Durante los años sesenta y
setenta aparecen en Latinoamérica más de 40 movimientos guerrilleros con presencia
en 16 países. Esta realidad muestra el peso decisivo de la estrategia de lucha
armada por el poder que se inspiró en la revolución cubana y se alimentó con la
imposición de dictaduras y regímenes autoritarios en toda la región. Todas las
guerrillas que emergieron en los años sesenta se autodefinían marxistas o
nacionalistas y se alinearon en su mayoría con los planteamientos guevaristas o
la visión maoísta (China) de “guerra popular prolongada”. Entre todos los
partidos comunistas pro Soviéticos en América Latina, el único que apoyó la
formación de una guerrilla fue el de Colombia en 1964 con la creación de las
FARC bajo el auspicio del PCC.
Al considerar el conjunto se
puede proponer la hipótesis del doble origen de las guerrillas y de guerra contrainsurgente:
las políticas de guerra antisubversiva se promovieron desde los Estados y los
Estados Unidos como prevención de la influencia comunista y en respuesta a movimientos
nacionalistas, aun en contextos locales en los cuales no existían
levantamientos guerrilleros y, a su vez la lucha armada guerrillera se animó
desde centros políticos como respuesta a régimen dictatoriales o autoritarios y
como parte de una estrategia continental.
Las FARC en los años sesenta
es un caso atípico en Latinoamérica pues surgen en contravía de la orientación
de “coexistencia pacífica” que chocó con el guevarismo y el modelo de guerra
popular. Las autodefensas campesinas de influencia comunista que coexistieron con
el levantamiento guerrillero liberal de los años 40s y 50s, se mantuvieron
replegadas en zonas de colonización y al inicio del Frente Nacional intentaron
desmontarse pero fueron tomadas como síntoma y muestra del peligro internacional
de influencia soviética. El Batallón Colombia y la Escuela de Lanceros que
constituyeron el primer núcleo organizado de contrainsurgencia apoyado en Colombia
por los Estados Unidos, sirvieron de instrumento al ensayo general de las
nuevas doctrinas de seguridad continental y al componente militar de la Alianza
para el Progreso fortalecida después de la crisis de los misiles. Esos núcleos
de autodefensa fueron declarados por la derecha conservadora “repúblicas
independientes” y el llamado a combatirlas fue encuadrado por los estrategas de
la nueva guerra como parte de una cruzada cuyas proporciones, discursos e
instrumentos estatales no se correspondían con el riesgo que realimente
implicaban.
El resultado de este juego de
determinaciones nacionales e internacionales en los años sesenta, fue que en
Colombia se tuvo más guerra contrainsurgente, más militarización y Estado de
Sitio, que guerra de guerrillas. El MOEC y el ELN fueron reducidos rápidamente
a su mínima expresión y las FARC se replegaron a las remotas zonas de
colonización relegadas por la dirección del Partido Comunista a la condición de
fuerzas de reserva y resistencia campesina en armas.
CATEDRA DE MEMORIA E HISTORIA
RECIENTE
Camilo González Posso
CENTRO DE MEMORIA, PAZ Y
RECONCILIACIÓN, Bogotá D.C. 22 de octubre de 2013
"La reacción de la OTAN a la propuesta de
Rusia cuestiona si la Alianza desea reducir las tensiones"
Moscú está
interesado en llevar a cabo la revisión no politizada de los programas
militares que antes funcionaban en el formato del Consejo Rusia-OTAN para su
reanudación.
¿Ha llegado la hora de crear
una nueva estructura mundial?
Carlos Santa María
Definitivamente se hace
preciso pensar en una alternativa de organización mundial y tomando el caso del
deporte, como ejemplo, se convierte en evidencia incontrastable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario