¿Por qué es urgente romper la parálisis del Banco del
Sur?
Publicado: 12 ene 2016 10:03 GMT
De cara a la profundización de la recesión mundial, es urgente que los mandatarios de América del Sur pongan todas sus energías en la construcción de instituciones de crédito propias y el uso de instrumentos de cooperación financiera orientados a debilitar la influencia del dólar en la región. Toda vez que el Gobierno de Estados Unidos busca imponer por todos los medios posibles su dominación económica en la región, para los países sudamericanos se ha vuelto indispensable conquistar autonomía política frente a las instituciones tradicionales de crédito.
El modus operandi del Fondo Monetario Internacional (FMI),
el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es ya bastante
conocido: la utilización de la deuda como un mecanismo de presión contra los
pueblos hundidos en la insolvencia; la imposición de medidas económicas draconianas (disminución
de los gastos sociales, recortes de los salarios, privatización de las empresas
estatales de carácter estratégico, etc.); la asistencia financiera sin límites
a Gobiernos surgidos de un golpe de Estado pero avalados por la Casa Blanca
(como ocurrió en Chile a mediados de la década de 1970); etc. Por esas y muchas
otras razones es necesario fortalecer los cimientos de la arquitectura
financiera sudamericana.
En primer lugar, se requiere de una
Unidad Monetaria Sudamericana (UMS). La UMS no es una “moneda común” como
el euro, sino una canasta de referencia conformada por un conjunto de monedas
(como los Derechos Especiales de Giro del FMI). En definitiva, la UMS es una
referencia que goza de mayor estabilidad que el dólar, tanto para la emisión de
bonos como para la comparación de precios dentro de la región. En paralelo, se
debe promover que los intercambios comerciales se facturen en monedas
nacionales.
Desde 2008 Argentina y Brasil pusieron en
marcha el Sistema de Pagos en Monedas Locales (SML). Y en octubre de 2015,
Paraguay y Uruguay implementaron un mecanismo de pagos análogo. Gracias a ello
se ha evitado pasar por el dólar y los costos de transacción se han visto
reducidos considerablemente entre las empresas de ambas partes. Ahora solamente
falta involucrar a Bolivia y Venezuela para, de esta manera, incentivar la“desdolarización” entre
todos los países que integran el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
En segundo lugar, los países de América
del Sur están necesitados de un poderoso fondo de estabilización monetario
capaz de proteger sus balanzas de pagos de las violentas fluctuaciones del
dólar, más todavía luego de que el Sistema de la Reserva Federal (FED) de
Estados Unidos elevó la tasa de
interés de los fondos federales (‘federal funds rate’) en diciembre del año
pasado. A lo largo de 2002 y 2009 el auge de los precios de las materias primas
(‘commodities’) favoreció la acumulación masiva de reservas internacionales, y
sin embargo, América del Sur siguió financiando a los países industrializados.
Una buena parte de los miles de millones de dólares que la región
sudamericana ahorró durante los últimos años se fue a invertir en bonos del
Tesoro de Estados Unidos, en lugar de canalizarse a actividades productivas
mediante un Fondo del Sur de gran potencia. En estos momentos el único fondo de
estabilización que existe en la región es el Fondo Latinoamericano de Reservas
(FLAR), lanzado originalmente por la Comunidad Andina en 1978 bajo el nombre de
Fondo Andino de Reservas, y actualmente conformado por Bolivia, Colombia, Costa
Rica, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
Sin embargo, los recursos a disposición del FLAR son insuficientes para
contener estampidas de capitales en coyunturas críticas: su capital suscrito es
de apenas 3.609 millones de dólares, un monto que representa menos de un 15% de
las reservas almacenadas por el Banco Central de Bolivia. El mercado mundial de
crédito se ha vuelto demasiado volátil. Tan sólo en 2015 se fugaron más de
98.000 millones de dólares de inversiones financieras de los países emergentes,
según las estimaciones del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus
siglas en inglés).
Por lo tanto, es urgente poner manos a la
obra ante esta peligrosa vulnerabilidad. Los países del MERCOSUR necesitan un
fondo de estabilización propio que, dado el alto grado de integración
financiera de Brasil con el resto del mundo, cuente con por lo menos 100.000
millones de dólares de capital suscrito, que es el volumen de recursos con el
que comenzará a funcionar el Acuerdo de Reservas de Contingencia del BRICS (acrónimo de
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Y en tercer lugar, los países
sudamericanos deben sacar el Banco del Sur del atasco burocrático en que se
encuentra para que emita por fin sus primeros préstamos. Los detalles técnicos
están prácticamente listos: el capital inicial será de 7.000 millones de
dólares y el capital autorizado de 20.000 millones de dólares; la sede
principal estará en Venezuela; Argentina y Bolivia acogerán otras dos
sucursales. Con todo, su puesta en funcionamiento se ha postergado una y otra
vez, tanto así que después de más de ocho años de haberse firmado su acta
fundacional en la ciudad de Buenos Aires, el Banco del Sur aún no consigue
abrir sus puertas.
Es que existen poderosos intereses
económicos que obstaculizan quebrar con el statu quo, tanto dentro
como fuera de la región. Aunque en un primer momento se contempló que el Banco
del Sur iba a aglutinar a todos los países de la Unión de Naciones
Sudamericanas (UNASUR), esto parece
imposible; Surinam y Guyana no tienen interés, mientras que Chile, Colombia y
Perú están obcecados en respaldar los proyectos de integración impulsados por
Washington, tanto la Alianza del Pacífico como el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP,
por sus siglas en inglés).
En consecuencia, los miembros del Banco del Sur han quedado reducidos a los
países del MERCOSUR más Ecuador. Por otra parte, las resistencias dentro del
bloque vienen sobre todo de Itamaraty, el Ministerio de Relaciones Exteriores
de Brasil. En América del Sur la influencia del Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social (BNDES, por sus siglas en portugués) de Brasil es
aplastante, a tal grado que en varios años ha conseguido superar los montos de
crédito provistos por el FMI, el Banco Mundial y el BID.
El BNDES no tiene interés en hacer avanzar la integración latinoamericana,
en realidad su misión es garantizar el suministro de materias primas
(‘commodities’) a las empresas brasileñas. Los recursos del BNDES están
orientados a megaproyectos que reproducen la dependencia primario-exportadora
de los países sudamericanos, como la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura
Regional (IIRSA), una red de carreteras de dimensiones continentales que
únicamente beneficiará a un puñado de corporaciones.
En contraste, el dinero del Banco del Sur
no se dirigirá únicamente a obras de infraestructura, sino que también estará
orientado a un amplio abanico de programas de inversión vinculados con la
educación, la salud, la vivienda, etc. El Banco del Sur desechará por completo
los criterios del “Consenso de Washington” que tanta miseria
trajeron a Nuestra América; otorgará préstamos a tasas de interés muy bajas,
pues su objetivo es impulsar el desarrollo económico integral de los pueblos.
Es indudable, el Banco del Sur constituye una gran esperanza en tiempos de
crisis. Por un lado, servirá como un poderoso mecanismo de alivio económico
para los países de América del Sur que son víctimas de severas contracciones.
Por otro lado, será un soporte decisivo para financiar las metas más ambiciosas
de la integración sudamericana: proyectos científicos y tecnológicos conjuntos,
una red de ferrocarriles, y otra energética, etc.
En conclusión, los Gobiernos sudamericanos necesitan tomar medidas
concretas que pongan un alto a la restauración conservadora que está en curso,
de lo contrario precipitarán su debacle. Es evidente que el Gobierno de Brasil
tiene la mayor responsabilidad de salvaguardar la soberanía continental. De los
altos funcionarios de Itamaraty dependerá en última instancia romper la
parálisis del Banco del Sur...
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